viernes, 7 de junio de 2013

"Siglo de Oro, Siglo de Ahora", el viaje cómico de Ron Lalá (Premio Max) en el Auditorio


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“Siglo de Oro, Siglo de Ahora” es la propuesta teatral de Ron Lalá en el Auditorio Municipal este viernes, día 7 de junio, a las 21 horas. Un montaje que recibió el Premio Max 2013 a la mejor empresa o producción privada de artes escénicas y fue finalista como mejor espectáculo de teatro musical. El precio de entrada es de 10 euros en general y de 8 con tarjeta de ciudadano.
Una compañía de cómicos de la legua desembarca en el escenario para ofrecer su folia: una fiesta de “nuevos entremeses”, piezas cómicas breves que juegan con la tradición clásica para arrojar una mirada crítica y mordaz sobre nuestro presente.
Ha llegado Siglo de Oro, siglo de ahora. En este viaje de ida y vuelta desde el Siglo de Oro hasta la actualidad, la folia (“locura”) abre un diálogo entre lo clásico y lo contemporáneo con toda la libertad del humor, la emoción de la música en directo y la belleza del verso. Los textos y la música original se entrelazan con fragmentos, referencias, personajes y versos de la tradición del teatro clásico español e universal. Siglo de Oro, siglo de ahora es un homenaje, un juego, un desafío... y un cóctel de carcajadas para todo tipo de espectadores. Teatro, música en directo y humor: Ron Lalá presenta una visión profunda, iconoclasta y viva de nuestro teatro clásico.
El viaje al pasado de unos “cómicos de la legua” del siglo XXI. La dramaturgia Ron Lalá se ha propuesto, por medio de este espectáculo, establecer un puente cómico, cultural, poético y teatral entre dos épocas convulsas y fascinantes: el crepuscular imperio español del siglo XVII y nuestra crisis global del siglo XXI. Para ello, hace “revivir” como género teatral la folla o folia, modalidad poco conocida que se caracterizaba por la aglutinación de varios géneros y que puede ser considerado el precedente áureo de los actuales espectáculos de sketches.
Así, en Siglo de Oro, siglo de ahora, se suceden, a ritmo vertiginoso, los diversos estilos teatrales, textuales y musicales que conformaron las señas de identidad del teatro español, inglés, italiano y francés de aquella época, desde un prisma contemporáneo, se dialoga desde el presente con los clásicos –que lo son porque son intemporales-, se reescribe una tradición que revive gracias a la inteligencia y el saber hacer de los ronlaleros y sobre todo gracias a su poción mágica: el humor.
La puesta en escena y el lenguaje escénico de Ron Lalá se basa en lo sencillo, lo efectivo, en la sugerencia a través de la palabra y el gesto. No hay decorados.
El equipo actoral (los cinco actores están casi continuamente en escena) recrea el pasado y el presente en un espacio casi desnudo y con unos pocos elementos. Su peculiaridad es que dichos elementos no son fijos sino activos y que van transformándose en símbolos esenciales: una silla es un balcón, una chaqueta es una capa, un metro de sastre es un abismo, un pandero es la luna llena… Pero lo que obra finalmente el milagro de la transformación es la imaginación del espectador. La poética del espacio y del objeto, el trabajo musical e interpretativo y el verso, todo ello orquestado por el ritmo (te darás cuenta de que el espectáculo es como una gran partitura sobre la que se desarrollan los sucesos de forma precisa y viva como la música), convierte la propuesta en un diálogo permanente con el verdadero protagonista del teatro de todas las épocas: el espectador.
El director (y músico, maestro y actor) Yayo Cáceres ha trasladado a las tablas la poética de lo clásico bajo el prisma de un teatro vivo, contemporáneo y crítico, que pone de manifiesto un lenguaje personalísimo y único y una mirada clarividente sobre cómo hacer teatro: la búsqueda de lo esencial a través del ritmo, la imaginación, el espacio y el cuerpo.
 
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Música en directo
Esta es una de las principales señas de identidad de la compañía y podrás comprobar que la música es coprotagonista escénica en Siglo de Oro, siglo de ahora. En ocasiones, protagonista absoluta, en otras, parte de la escena, el abanico musical abarca el jazz, el musical, el pop, la balada, el pasodoble, la canción protesta, el candombe y, por supuesto, otro de los sellos de la casa: el flamenco.
Los temas musicales –composición, arreglos, letras- son también originales. Los actores se revelan también como magníficos cantantes e intérpretes y por sus manos pasan multitud de instrumentos diferentes, antiguos y modernos, occidentales u orientales: guitarras, percusión, flauta, acordeón, etc. La música está en la propia concepción del espectáculo y funciona, a menudo, en el mismo nivel significativo que el texto o la interpretación actoral.
Versatilidad y belleza
El diseño de luces reviste el espacio escénico de versatilidad y belleza: una iluminación poética, variada, homenaje a la iluminación clásica (candilejas, faroles, lámpara de araña, evocación de luz de velas) combinado con otros efectos más vanguardistas (gobos, texturas…). Observarás, por ejemplo, que el patio de butacas no queda nunca del todo a oscuras: esto resultaba imposible en el siglo XVII. Un trabajo lleno de matices, que convierte la luz en un personaje más.
Escenografía y vestuario
En relación a este aspecto, la idea vuelve a ser la búsqueda de la sencillez, efectividad y expresividad en escena, jugando con lo esencial. De ahí la escenografía: como mencionábamos antes, el espacio está casi vacío. La clave es la utilización de un objeto esencial, que se pueda transformar a conveniencia del espectáculo o de cada número concreto.

En este caso se trata de un par de tarimas (y como Ron Lalá no deja ni un detalle al aire, tienen forma de corral, de gallinas o de comedias) con las que los actores conforman todos los espacios: desde un palacio hasta un precipicio… Esto acompañado de unos pocos objetos, también mutables, que junto a la música y el vestuario van configurando los distintos espacios teatrales.

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